Al realizar actividades de psicomotricidad en el aula, el niño se aprende a interrelacionar tanto con los pares como con el maestro y ambas relaciones tendrán mucha importancia.


El maestro tiene mucha importancia, como figura
sagrada, que inmediatamente se convierte en el modelo a imitar. Los maestros
imparten valores y transmiten las expectativas sociales al niño y a través de
su actitud hacia él colaboran en el desarrollo de su autoestima. Se ha demostrado que aquellos profesores
que muestran confianza en la capacidad del niño, incentivan el trabajo y el desarrollo de potencialidades, a la
vez que favorecen un autoconcepto y una autoestima positivos. Esto se produce
de esta forma, porque en esta etapa la figura del maestro constituye un modelo
para el escolar, y este se esforzará constantemente para lograr el
reconocimiento del maestro.
Durante la infancia, los niños se irán identificando con los adultos y
conseguirán interiorizar y apropiarse del significado que tienen las normas y
reglas sociales. La interiorización se consigue gracias al establecimiento de
sólidos vínculos afectivos que actúan como vías de paso a la comprensión de
patrones. La generalización, cuando el niño se da cuenta que las normas que son
válidas para el contexto familiar lo son también para otros contextos.
Estarán presentes también, otros adultos y otras instituciones que actualmente constituyen otras instancias de
socialización para el niño a edad temprana: profesores, parientes, amigos de la
familia, entre otros. La socialización se ejerce, en consecuencia, en dos
direcciones: una vertical, la que corresponde a las relaciones jerarquizadas y
que tienen una dimensión formal -con los adultos- y otra horizontal, con
interacciones más espontáneas y que tiene una dimensión informal – las
relaciones entre iguales, de las que hablare más adelante.
Cuando los niños se enfrentan a situaciones en
las que simplemente escuchan y siguen instrucciones para realizar una actividad
determinada, se limitan las posibilidades de ejercicio de operaciones mentales,
de comunicación de sus ideas y de estrategias espontáneas que les permitan
probar soluciones e intercambiar puntos de vista. Por el contrario, en
situaciones como el trabajo psicomotriz que imponen retos y demandan que los niños colaboren entre sí,
conversen, busquen y prueben distintos procedimientos y tomen decisiones, se
ponen en juego la reflexión, el diálogo y la argumentación, capacidades que
contribuyen tanto al desarrollo cognitivo como del lenguaje.
La participación de la maestra debe consistir en propiciar experiencias que fomenten diversas dinámicas de relación en el grupo escolar; en algunas, es la maestra quien planea y coordina actividades que propician la adquisición de las competencias mediante la interacción entre pares (en pequeños grupos y/o el grupo en su conjunto). En estas oportunidades, los niños encuentran grandes posibilidades de apoyarse, compartir lo que saben y de aprender a trabajar en colaboración.
Los niños interactúan con otros niños desde una edad muy temprana, actuando esta interacción entre iguales como un importante contexto de desarrollo para la adquisición de habilidades, actitudes y experiencias que, sin duda, influirán en su adaptación futura. Más allá de la familia, escuela y entorno en general, los iguales resultan unos poderosos agentes de socialización, contribuyendo a la adaptación social, emocional y cognitiva de los niños. La interacción social entre iguales incluye numerosos elementos a tener en cuenta: habilidades sociales (toma de turnos, asertividad, etc.), comprensión de los estados mentales de los demás (intenciones, creencias, emociones), adecuación con el contexto en el que tiene lugar, etc.
La participación de la maestra debe consistir en propiciar experiencias que fomenten diversas dinámicas de relación en el grupo escolar; en algunas, es la maestra quien planea y coordina actividades que propician la adquisición de las competencias mediante la interacción entre pares (en pequeños grupos y/o el grupo en su conjunto). En estas oportunidades, los niños encuentran grandes posibilidades de apoyarse, compartir lo que saben y de aprender a trabajar en colaboración.
Los niños interactúan con otros niños desde una edad muy temprana, actuando esta interacción entre iguales como un importante contexto de desarrollo para la adquisición de habilidades, actitudes y experiencias que, sin duda, influirán en su adaptación futura. Más allá de la familia, escuela y entorno en general, los iguales resultan unos poderosos agentes de socialización, contribuyendo a la adaptación social, emocional y cognitiva de los niños. La interacción social entre iguales incluye numerosos elementos a tener en cuenta: habilidades sociales (toma de turnos, asertividad, etc.), comprensión de los estados mentales de los demás (intenciones, creencias, emociones), adecuación con el contexto en el que tiene lugar, etc.
El movimiento a través de la psicomotricidad, unido al juego
les permite a los niños explorar e identificar las características y cualidades
de sus propios cuerpos, en forma progresiva, ir estableciendo diferencias y
semejanzas con sus pares y descubrir sus potencialidades y limitaciones en
situaciones lúdicas (de juego) y de la vida diaria.
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